miércoles, 17 de junio de 2009

Expertos aseguran que la mejor defensa está en tener una buena percepción sobre la labor que se desempeña y la eficiencia en las tareas asignadas.

La sensación de que en el trabajo el tiempo no alcanza para resolverlo todo, de que las responsabilidades asignadas superan ampliamente el sueldo a fin de mes, de que hay cada vez más tareas para repartir entre menos personas o de que los días de descanso son más cortos que el resto de la semana pueden deteriorar, poco a poco, la manera como una persona percibe su rendimiento laboral, y provocar un colapso.

"La percepción que las personas tienen del rendimiento personal en sus actividades diarias, cualesquiera que sean, está asociada con un efecto amortiguador ante ciertas experiencias que activan el mecanismo del autocuidado. La autoeficacia es una de las variables que actúan como mediadoras de la sensación de malestar o de bienestar", explica la psicóloga Edith Vega.

Por eso, si usted está pasando o ha pasado por una situación de este estilo, la clave está en lograr un adecuado ajuste entre la autopercepción del rendimiento laboral y lo que perciben los demás. Para eso, comenta la especialista, se necesita lograr un equilibrio entre los recursos individuales para realizar una tarea y su nivel real de dificultad.

Según un artículo publicado en la revista Ciencia y Enfermería, la reacción ante el estrés estaría más determinada por el sentimiento de cuán eficiente se es para enfrentar los problemas, que por las demandas y amenazas objetivas en el entorno.

"Un bajo nivel de eficacia percibida en el control de estresores psicológicos está acompañado por elevados niveles de estrés subjetivo -según investigadoras de las universidades Católica del Maule y de La Serena, en Chile, coautoras de la revisión-. Se ha demostrado que las reacciones al estrés son bajas cuando la gente sabe manejar los detonadores del estrés a través de un adecuado nivel de autoeficacia".

Factores negativos

Entre los factores que debilitan esa autopercepción está no recibir un salario considerado justo para las responsabilidades o la cantidad de horas dedicadas al trabajo, no tener suficiente libertad para decidir sobre el trabajo ni participar en la elaboración de proyectos dentro de un grupo, encontrar resistencia a las nuevas propuestas o no encontrarle sentido al trabajo, entre otras.

En esos casos, explica la especialista, puede ocurrir que se subestimen las propias capacidades o que aparezca la sensación de que es imposible poner en práctica un proyecto personal o laboral por culpa del entorno.

"La subestimación se prolonga en el tiempo y puede provocar sentimientos muy profundos de desvalorización, generar depresión, burnout o, incluso, inducir al suicidio", comentó Vega.

Para recuperar la adecuada percepción de autoeficacia existen programas de entrenamiento que ayudan a los empleados a recuperar la confianza en sí mismos, hacer análisis sobre sus capacidades y evaluar adecuadamente su desempeño.

"Esto permite devolverle a la persona el equilibrio entre lo que puede hacer y en qué ámbito puede hacerlo", señala Vega.

Cuando el problema no es la subestimación o sobreestimación de las propias habilidades, sino la hostilidad del entorno de trabajo, la especialista asegura que lo importante es identificar adecuadamente al entorno como la causa de la disminución de su rendimiento, para determinar qué es posible hacer y qué no en un entorno con esas características.

Fuente: Psicólogos organizacionales

Yulie Cabezas R.
Tutora Ayudante

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